Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro.

Ella, una sin nombre. Él, otro sin apellido.
Ellos, una combinación secreta.

El momento perfecto, el lugar perfecto, la luz perfecta, la temperatura perfecta, el perfecto presente, la perfecta incertidumbre ante el futuro.

Perfecto, porque nada lo es, y es perfecto.

El humo libre sobre sus cabezas, creando caminos en la nada. Los ojos fijos en el techo, la mente lejos de allí. El cuerpo confuso, que grita, que salta, que baila, que llora, que se pierde, que sangra, que se enamora. No se mueve, no se ve, no se oye, pero está vivo y siente, vaya si siente.
Resucita sin haber sucitado antes. Se desvive, se desmuere.

La risa tonta, las nanas sin letra, el pelo revuelto, las pupilas dilatadas, la sonrisa, la sonrisa de nuevo, la sonrisa otra vez ... y la música, y el humo, y él, y ella, y ellos.

La mano, las manos, los dedos entrelazados y la fuerza ... la de las manos, la del momento. Y cada segundo era una astilla.


"Mirarte a los ojos, y tal vez recordarte que antes de rendirnos, fuimos eternos"